"En las páginas de Arma de doble filo hay un relato que se interrumpe bruscamente poco antes del final, cuando el autor nos golpea con los ordenadores. Y en el relato, aparentemente sencillo, chismoso y zumbón, con frases escritas cuarenta años después, frases veladamente valorativas sobre política y sexo, encuentra el lector de todo, mucho Derecho procesal penal, pero, debajo, una colmena o comedia humana; tras Hitchcock, están Berlanga, Mankiewicz y Tornatore, está el pulso de una mágica ciudad perdida y suspendida en el tiempo, que late en tabernas, batas entreabiertas de tías buenas y tomos de jurisprudencia, también entreabiertos por la página justa. Y en cuchillos desconcertantes". Extracto del prólogo, por Luis Humberto Clavería