Las ventosidades han sido siempre un tema tabú. A pesar de ello, en todas las épocas los más ilustres autores han puesto sus plumas al servicio de este delicado arte escatológico. Swift demuestra con elegante sorna las bondades de la sana práctica del ventoseo sin dejar de mencionar las fatales consecuencias que pueden derivarse de su contención obstinada.