Según la escritora Mercedes Cebrián, ½a Ignacio Vleming le gusta escudriñar lo que hacen los demás, no tanto porque sea aficionado al voyeurismo sino porque se ha dado cuenta de algo fundamental: que la realidad siempre se nos presenta interpretada por mil manos ajenas; que los lienzos de los museos, cuando creen que nadie los contempla, cobran vida sin nuestro permiso. De todo esto dan fe sus poemas repletos de verdades, o más bien rebosantes de algo muy similar: auténticas ficciones+. Poemas que coquetean con el relato corto, llenos de humor, y en los que la metáfora de la artificialidad construye una elaborada y cerrada narración del mundo en el que vivimos.