Vivimos tiempos de vértigo. Asistimos atónitos a una profunda reestructuración de todo el sistema social: producción, consumo, espacios de reproducción, centros de poder, identidades colectivas? todo se recompone, se reinterpreta, se traslada. Las nuevas tecnologías de la información nos permiten una conexión permanente y global. Conocemos (o creemos conocer) al instante lo que sucede en cualquier parte del mundo. Pero esta rapidez informativa, este bombardeo de imágenes, solo nos muestra un fragmento del calidoscopio mundial: piezas inconexas de una compleja realidad global. ¿Hay una misma lógica detrás de unos acontecimientos tan aparentemente inconexos y dispares?