Ian Gibson, pese a tener la Medalla de Andalucía por sus trabajos sobre Lorca, empezando con su célebre estudio del asesinato, no fue consultado en relación a la fosa. Para poder aguantar el estrés de aquellos meses decidió llevar un diario del desarrollo de la excavación desde el primer momento hasta el último. Lo hizo a rajatabla. El desgarrador documento resultante tiene un indudable valor histórico y humano. Y quizás - así lo espera su autor - ayudará a evitar futuros errores si un día se intenta otra vez localizar los restos del poeta español más famoso y más amado de todos los tiempos.