Quizás las ciudades, y los nombres de algunas de ellas, determinen elcarácter de sus habitantes, sus vidas, sus anhelos, sus amores y susmuertes. Estos cuentos nos acercan a la vida de los santos que habitan en monasterios blancos construidos con piedras cómplices del tiempo.Santos que viven sustentados por un hilo firme y contagioso de luz.Santos que mezclan sus huesos para crear una sola huella en la quevuelva a crecer la hierba, a surgir la vida. Pequeños santoscotidianos e insólitos en mitad de este mundo. Nada es lo que pareceen estos lugares santificados y en las almas que los moran. Porque, en definitiva, el virtuoso propósito de la literatura es evidenciar queno existe mayor bondad que la belleza.