«Cuando muere una persona inmensamente querida con la que compartÃamos un proyecto de vida,nuestra realidad se rompe. Nos sentimos solos, desgarrados, vacÃos, sin tierra bajo los pies? Asà me sentà yo durante mucho tiempo cuando murió mi hijo Ignasi en 1998. Durante la travesÃa de mi largo duelo he podido constatar que el amor es lo único que de verdad nos sostiene, que no es posible dejar atrás la rabia, el dolor, la culpa, o la locura si no miramos, en silencio, en nuestro interior y dejamos ir con cariño el pesado lastre que arrastramos hasta quedar desnudos.Empecé a ver la luz al final del túnel cuando tuve la certeza de que el perdón nos libera, de que la alegrÃa no depende de lo que ocurre fuera porque el poder de vivir feliz y en paz está dentro de nosotros y poco o nada tiene que ver con lo que nos suceda.»Las palabras de este libro ayudarán al lector a trascender el dolor, crear ilusión y armonÃa en la familia y sentir que la vida vuelve a tener sentido.
