Por fin, tras toda una vida escribiendo versos, la debilidad poética de Perozo ha explotado por donde debía: en estos poemas del tiempo, de los sentimientos y de la casa como símbolo de una felicidad a veces intemporal, a veces pasajera, a veces cruel e inevitable. Perozo ha construido un abanico sentimental y existencial de sensaciones ajenas y, ¿quién sabe?, propias.
Poemas que se vertebran entre el colorido de su obra pictórica, que nos acercan a un mundo cercano y fascinante en donde reconocerse y habitar es tan sencillo ?o complicado? como el amor.