El poeta Guillaume Apollinaire, paseante de las dos orillas, y a caballo siempre entre el orden y la aventura, retornaba en enero de 1915 al 38.º Regimiento de Artillería de Campaña de Nîmes tras unos días de permiso. En el compartimento del tren que había tomado en Niza, mal amado como siempre había creído él de sí mismo, conoció a la joven que habría de convertirse en la imagen de su deseo durante los días más crudos de las trincheras. Una intensa relación epistolar, tierna como el recuerdo, tierna como la propia Madeleine, sirve para edificar los cimientos de un amor ideal que permite a Guillaume sobrellevar el horror de la guerra.