A finales de la Edad patrística la Mariología había alcanzado un notable desarrollo, sobre todo en Oriente, y las expresiones de entusiasmo y arrobamiento aparecen no sólo en la himnodia sagrada, sino también en las homilías de los prelados y monjes más prestigiosos, como san Germán de Constantinopla, san Andrés de Creta y san Juan Damasceno. Al monje bizantino Epifanio de Constantinopla, debemos una de las más antiguas "vida de María