Convaleciente de la epidemia de 1967, mi familia me envió pararecuperarme a Congedo, el pueblo de mi abuela Maravillas. A poco dellegar, descubrí que una extraña maldición estaba matando el valle yque la culpa parecía ser del señor Emilka, el tipo más misterioso ysiniestro que podáis imaginar. Eso sí, tenía un coche muy bonito y leencantaban las películas de Tarzán.