Amador, hijo adoptivo del mundo, posee el don de percibir la esencia de la gente. Siguiendo sus andanzas en una aldea al borde de la nada, se va componiendo una crónica a base de extrañezas y aconteceres prójimos y extraños, igual que se teje un juego de espejos desvaídos por el uso. y así, como un hechicero de almas, nos muestra la magia atrapada en el corazón de cada aldeano, dejando suspendidas en el perchero del tiempo.