Cuando el 10 de Marzo de 1912, la prensa publicó la noticia de la detención de Enriqueta Martí, acusada de prostitución, brujería y de secuestrar y prostituir niños, que luego asesinaba para extraerles la sangre y la grasa corporal con las que elaboraba pócimas, los ciudadanos de Barcelona volvieron a respirar tranquilos.