Cuando la Campaña Ropa Limpia (CRL) surgió en Europa a principios de los 90, uno de los factores que motivaban a los primeros activistas, principalmente mujeres, era su deseo de que la gente se diera cuenta de que, a nivel mundial, quienes fabricaban nuestra en condiciones indignas eran, en su mayoría, mujeres y que había razones para ello; no era una coincidencia que fueran mujeres las que cosían nuestra ropa y pegaban nuestras zapatillas, ya fuera en Filipinas, Indonesia, India o China.