Una vez en la calle comprendí que no sería lo mismo volver solo a la casa vacía y espiar desde fuera todo cuanto pudiera percibir de su interior, que hacerlo en compañía de mis dos amigos, y no por que resultara mucho más excitante hacer comentarios y especulaciones en voz alta sino, más bien, por precaucióno, si se prefiere, por miedo: no se puede olvidar en unos minutos.