Por la noche, los barcos buscan compañía en puerto y se abarloan la bordas o se amarran al muelle, calientes, pegajosos igual que los amantes sobre la tierra firme se entregan en sus lechos al juego del amor. Los mástiles en alto, graciosamente erectos, el balanceo de cascos unos contra los otros, el tintineo de jarcias, enceladas, felices y el mar que les da cama que mece la obra muerta y envuelve sus caricias entre sábanas hú