En un momento en que la vida consagrada pasa por una delicada etapa de su larga historia, el autor se acer-ca a ella desde el icono de la Transfiguración del Señor, "el más hermoso de los hijos de los hombres", pues lo considera base para entender esta vocación particular de la misericordiosa y extraña seducción ejercida por su "belleza divina", de ahí que pase a desglosar con sumo acierto las tres grandes verdades que fundamentan este pasaje evangélico y este tipo de vida: "qué bueno" ... "es estar contigo" ... "aquí".