Si nos planteáramos seriamente lo que podemos hacer para dar a los niños y niñas la oportunidad de materializar sus capacidades de aprendizaje en el período de máxima plasticidad del cerebro, tomaríamos conciencia de lo desfasado o inadecuado de muchos de los planteamientos que les proponemos. Pero ya sabemos cómo romper este paradigma, pues hemos tomado conciencia de que estamos entrando en el germen de una inminente, maravillosa y pacífica revolución: la de ayudar a los hombres y mujeres del mañana a desarrollar plenamente las enormes capacidades que potencialmente poseen. Sin embargo, la única razón aceptable para que un educador o educadora se lance a esta aventura es que todo acto educativo lleve a un desarrollo armónico y total de la persona. La regla de oro de este enfoque es "cuanto antes, mejor". Esto sitúa el origen del Programa de Aprendizajes Tempranos.
