Tomás de Iriarte puede se considerado el primer renovador del teatro dieciochesco, precursor de Leandro F. de Maratín, y, en ocasiones, su maestro: Moratín admiró a Iriarte y encontró en el canario ejemplos de cómo utilizar la observación minuciosa de tipos reales, representativos de la nueva sociedad de fines del XVIII, para crear nuevas comedias de costumbres y criticar los abusos sociales. La propuesta teatral de UIriarte aplica sus famosas Fábulas literarias y las reglas clásicas, obteniendo una comedia urbana y burguesa, ya ligeramente realista, cuyos propósitos morales se resuelven en escena con humor, poesía y, a veces música.