Este libro se adentra en la obra de Marie-Dominique Chenu y recorre, a grandes rasgos, su biografía cultural, poniendo de relieve los giros que han caracterizado, paso a paso, la maduración de su reflexión y de su obra teológica. La búsqueda teológica de Marie-Dominique Chenu ha dejado una profunda huella en la ciencia de la fe y en algunos documentos del concilio Vaticano II. Partiendo de los estudios teológicos de Réginald Garrigou-Lagrange, y en un contexto claramente neoescolástico, se distancia gradualmente de su maestro para acercarse a un tomismo abierto a la actualidad, a una teología para los problemas de hoy. El estudio de la teología medieval y los albores de la Escolástica ofrecía a Chenu la confirmación de esta perspectiva, mientras lo animaban a estudiar los problemas que se debían afrontar para renovar la pastoral. Ambas líneas de pensamiento le acarrearon sufrimiento, pero esto no le privó jamás de su libertad, y siempre habló de su experiencia con la inteligencia de los espíritus únicamente preocupados por la riqueza de la verdad.