Agua de ayer será la que derrama la acequia. Tantos años que no llueve y aún crían las paredes musgo y lama y es la umbría un rincón de selva leve. Un niño entre los juncos viene y bebe del cuenco de sus manos. Se retira por el lento camino y no se atreve a volverse a mirar a quien lo mira y sabe a donde va. Nada se altera. Septiembre huele a médula de higuera y un pájaro en el aire da al presente otro espejismo de la primavera. Recoge agua, que también te espera el camino y no vas hacia la fuen