En el verano del 64 d.C gran parte de la ciudad de Roma se ve arrasada por las llamas. El corrupto emperador Nerón acusa entonces a los cristianos de provocar el incendio y desata contra ellos una gran persecución. Es entonces cuando el praefectus vigilum, Marco Julio Severo, escribe a su amigo Pablo de Tarso para informarle de lo ocurrido. Este regresa a Roma, en donde vuelve a ser encarcelado.