El poder, su disfrute y su simultáneo sufrimiento por las distintas capas sociales ha sido y es el tema historiográfico que más me interesa. De hecho, prácticamente toda mi producción científica se inserta en esta amplia línea de trabajo, bien sea a través del análisis de las oligarquías locales, cristiano viejas o moriscas, la nobleza, los campesinos ricos o, sobre todo, los señoríos.
Desde esta perspectiva centré el análisis que pretendí realizar sobre el régimen señorial granadino. El desconocimiento que se tenía sobre el tema invitaba a una búsqueda masiva de fuentes que pudiera, para empezar, mostrar el número exacto de señoríos, su reparto territorial, su población y su importancia, pues más allá de los grandes conjuntos territoriales eran muchas las jurisdicciones de las que ignorábamos incluso su verdadera adscripción a realengo o señorío.
Por otra parte, era necesario trazar un estudio institucional, pero, en seguida, se impuso la documentación. Las fuentes, increíblemente ricas a pesar de las lagunas, condujeron la investigación a un terreno al principio insospechado: era imposible entender el funcionamiento de los señoríos sin analizar sus cambios internos, su evolución temporal. La tesis iba a ser, ineludiblemente, un estudio social del señorío.
