Tras la visión inicial del camino poético, la poeta se centra primero en diferentes momentos de su yo mediante la práctica de una lÃrica pura que indaga en sus sentimientos y efectúa a continuación una inmersión en la naturaleza, en la fuerza y la belleza primordiales, para cargarse de vida, para afroditizarse antes de la contienda como una mujer renacida al segundo estado de la Diosa prehelénica: el estado fértil y guerrero de Afrodita, según los estudios de R. Graves, encomendándose asimismo a la magia o el poder de las palabras, esgrima en la que se ejercita con fe y maestrÃa desde el principio ("Serendipia"), y ponderando triunfalmente las propias facultades poético-pictóricas ("Ciudad embrujada") siempre al abrigo de la luz.
Del prólogo "Luz, aire, acción" de David Mardaras